
Historia de parto con cordón alrededor del cuello
No escuchar llorar al bebé cuando nace es una sensación que te quita el aliento y por un momento el corazón deja de latir. Eso es lo que sintió nuestro pequeño planeta Simona quien nos habla de esos interminables minutos posteriores al nacimiento de su bebé.
Hola, también me gustaría contar sobre mi nacimiento. Domingo por la tarde, 40+5. Siento las primeras contracciones. Mi pequeña duerme en la cama conmigo y creo que es su última noche como hija única. Me despierto a las 3 de la mañana y los dolores son más fuertes, pero aún no regulares. A las 5 de la mañana despierto a mi esposo, vamos al hospital porque los dolores han aumentado y todos dicen que el segundo parto es más rápido.
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las contracciones
Me hacen seguimiento, me visitan y solo tengo 2 cm de dilatación. Toda la mañana pasa así, muchas contracciones, eres tú mi pequeña, tratando de hacerte un hueco para salir! La comadrona Carolina me trae una pelota grande con forma de maní para que se balancee y te ayude y son las 6 de la tarde temprano. Duermo entre una contracción y otra, tratando de recuperar mi energía pero los dolores son cada vez más cercanos y más fuertes.
estoy en la sala de parto, aprovecho la posición de lado para descansar un poco y manejar bien las contracciones. Carolina siempre presente pero discreta, viene, me consuela, me aconseja pero siempre en mi respeto. Me quedo con mi intimidad con papá y todo va bien. Desgraciadamente, Carolina tiene que irse, termina su turno y también es el cumpleaños de su esposo... pero primero me lleva a la sala de partos, esa sala de partos donde nació mi primer bebé hace dos años y medio.
Son las 19.30 y desde la ventana se ve la luz del atardecer sobre el mar, el mundo exterior empieza a relajarse, pero a mí me ha llegado el momento de moverme. Siento ganas de empujar, la expansión ha llegado a su máximo pero también estoy agotado por el calor y el cansancio.
Mi marido me hace fresquita con una sábana mojada, los dolores de espalda son cada vez más fuertes y más frecuentes. Las dos parteras que llegaron al lugar de Carolina son menos maternales, me animan desde el estadio con cada estocada y me congelo un poco, Me siento violada en mi intimidad. Me imponen como quedarme, como respirar... deciden ayudarme con un goteo, las contracciones comienzan de nuevo, apretadas y fuertes. ¡Aquí viene el personal de la guardería, significa que estamos allí!
"No escucho llorar y mi corazón se detiene"
Dicen que ven la cabeza, el pelo... Reúno las últimas fuerzas y ayudándome de la banda que cuelga del techo empujo, empujo y empujo, sin aliento, el corazon esta al 1000...
Siento tu cabeza clavada y das un gran empujón, gritando como un loco y siento que nace, pero no escucho el llanto. Eran las 21.05. Mi corazón se detiene, me preocupo porque se llevan al bebé y los minutos parecen no pasar. No me importa la laceración, no me importan los puntos, solo quiero escuchar ese grito de la habitación de al lado, que llega unos minutos después, eternos momentos.
Ponen al bebé en mis brazos solo unos segundos, el tiempo para abrazarlo, darle un beso y llevárselo porque necesita cuidados. Me dicen que pesa 4,2 kg, que mide 52 cm de largo y por fin está mejor, que tenía un lazo de cuerda mal en el cuello. Nos volvemos a encontrar en la habitación a las 23 de la noche, con nosotros está el padre... los dos estamos agotados, decido dejarlo en la guardería esa noche porque no estoy bien, he perdido mucha sangre y tengo a recuperarse para estar a lo mejor para él y desde mañana después de que nunca nos separamos... ¡y nunca más nos separamos!
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