Un cuento de nacimiento prematuro

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Parto prematuro a las 37 semanas

E. me llamó ahora a los 5 meses de embarazo, un embarazo difícil, complejo en el que la pusieron a descansar casi de inmediato. Está esperando a una pequeña L. que la desespera un poco, entre continuos retrasos en el crecimiento y movimientos que desencadenan contracciones. E. me llamó porque se sentía muy deprimida, no sabía lo que le pasaba o mejor dicho, no entendía lo que estaba haciendo su cuerpo. Se sentía a merced de emociones y miedos desconocidos a pesar de estar espléndidamente atendida en un hospital de Brianza.





Mi trabajo con ella en el embarazo ha sido ir dándose plazos cada vez más lejanos, un paso a la vez, escuchando día a día el autoconocimiento hasta que la pequeña L. decidió que era hora de nacer. Las semanas van pasando y llegamos a la semana 36, ​​ahora solo falta un mes, y tengo el placer de conocer al padre de esta pequeña que con mucha calma me expone sus dudas, sus miedos de no poder ayudar su esposa y su deseo de asistir al parto de todos modos a pesar de tener miedo de no sentirse bien.

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Ahora estamos en la semana 37 y unos pocos días. A las 17.00 E. comienza a sentirse mal, náuseas, fuertes dolores en el estómago, me llama y dice "tal vez estamos". Recorro los aproximadamente 20km que me separan de E. con serenidad sabiendo que teníamos todo el tiempo necesario para vivir ese momento. Al entrar en la casa encuentro a E. que intenta sonreír, un poco pálido pero aún sereno. El más agitado de todos era el padre ya listo con las bolsas en la mano para ir al hospital. La visita realizada sobre las 22 horas revela que estamos a unos 4 centímetros de distancia, y por la auscultación de los latidos del corazón descubro que L. está bien. Cada 15 minutos escucho los latidos del corazón de L. porque es pequeña, delgada y sobre todo prematura, todo está bien.



Se empiezan a sentir las contracciones del parto y E. que había barajado la opción de ponerme epidural me pide que vaya al hospital. Subimos al auto durante esos minutos que nos separan del hospital, las contracciones se vuelven más intensas y E. ya no sonríe, se siente mal, siente náuseas. Al llegar al hospital la visitan, 5 centímetros, un centímetro en poco menos de 30 min. Entendemos, L. ha decidido nacer y también tiene prisa. Queda poco tiempo y los dolores son cada vez más fuertes, E. trata de contener los gritos hasta que la colega obstetra le dice que se puede soltar, que puede hacer lo que el cuerpo le dice que haga. Y luego se libera y comienza a usar su voz, con vocalizaciones, gritos y palabras dulces para L.

Es medianoche y estamos completamente dilatados, comienza el período expulsivo. El padre de L. que tenía tanto miedo de no ser suficiente al escuchar los gritos de E. comienza a sentirse incómodo, al verla empujar y sentir que siente dolor se siente muy mal y decide salir de la sala de partos, le dará la bienvenida el bebé recién nacido, pero ahora simplemente no tiene ganas. Es hora de salir de la habitación, pasan 10 minutos y la pequeña L sale del vientre de mamá. Es un pequeño moño con mucho pelo. Voy a llamar a mi papa, tenia miedo de la vision de sangre por lo que me dijo antes de dar a luz, es cierto que ha perdido muy poco pero trato de prepararlo. Cuando abrimos la puerta de la sala de partos y vemos a la pequeña L. por primera vez, ni siquiera se da cuenta de lo que se ve y lo que no se ve, corre hacia E. que tiene al bebé boca abajo. De hecho, él está extasiado, ellos están extasiados, los tres están enamorados.



L. es pequeña y nació un poco antes de término, todavía está luchando por prenderse al pecho y para ella el parto fue muy agotador. Los dejo como a las tres de la mañana, los tres dormidos, L. sobre el estómago de E. y el padre sentado al lado de la cama tomados de la mano de ambos. Así que los dejo yéndonos de puntillas, para no molestar, luego nos veríamos tranquilamente en casa. Los dejo con la conciencia de que el nacimiento que deseaban, y que temían que se produjera demasiado pronto, sucedió en cambio de la mejor manera y con infinita serenidad cierro la puerta del dormitorio y me voy a casa.

Video historia del parto a las 37 semanas

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